Opinión: Colom, el incompetente

Una realidad inocultable deja por legado el cuatrienio presidido por Álvaro Colom: más allá de los errores, de la falta de liderazgo y de la politización de la gestión estatal, el régimen prostituyó como nunca antes la institucionalidad del país. Y eso es, en pocas líneas, uno de sus pecados capitales porque terminó de cambiar el delicado pero eficiente juego de pesos y contrapesos, dejando al Estado bajo un ordenamiento ilegítimo y autocrático. Un agravante más: el presidente Colom permitió que personas de su confianza decidieran qué y cómo corromper la institucionalidad

JULIO LIGORRÍA CARBALLIDO

y él fue incapaz de ejercer la responsabilidad de conducir el gobierno dentro de un marco razonablemente legal.

A solo 72 horas de que el presidente se despida y cierre así un período que deberá ser leído con detenimiento, el balance es funesto. El principal logro de su administración fue el trabajo de concienciación sobre la gravedad del estado de pobreza y miseria que se vive en el país. Si bien es cierto, ahora los pobres forman parte de la agenda gubernativa, también lo es que luego de cuatro años de Colom, los mismos pobres fueron utilizados, engañados y usados como excusa para infinidad de maniobras políticas y financieras que deberán ser investigadas hasta la saciedad. Ni los pobres dejaron de serlo, ni los fines políticos trazados en esa maniobra culminaron con éxito. Eso sí: la institucionalidad llegó al punto de agonía, y se recuperaráúnicamente si el nuevo gobierno se esfuerza en restablecer la democracia funcional.

Los hechos dan sustancia a este análisis de gobierno: seguridad, salud, educación, y casi todos los ministerios y entidades clave —como la Policía Nacional Civil— fueron despojadas de recursos para asignarlos a los programas clientelistas de Sandra Torres. De un lado quedaron las responsabilidades del Estado ante los ciudadanos que esperaban menos violencia, hospitales más abastecidos, escuelas que instruyeran a sus alumnos y otras actividades propias de quienes tenían la responsabilidad de cumplir.

Lamentablemente para el país, en estos cuatro años nunca hubo coincidencia entre las necesidades del pueblo y las metas del presidente Colom, su exesposa y los funcionarios que constituyeron el círculo cercano al poder y las decisiones.

Me entristece que el país haya atravesado este período negativo. Quedamos de rodillas ante el mundo porque la percepción y la realidad de nuestra nación nos llevó a los primeros puestos en la lista de los Estados fallidos. Si la percepción ya asustaba a todos, los pincelazos de la violencia ocuparon la mente de todos con hechos como la masacre de Petén en mayo del 2011 o la muerte de Facundo Cabral en julio pasado. En este período murieron por causas violentas cerca de 23 mil guatemaltecos, una media de 20 chapines a diario en el peor momento y 16 en la mejor fase; esa fue la respuesta inteligente contra la violencia de este presidente y su gobierno.

En el período cambió 36 ministros, ninguno funcionó y hasta su ministro de Finanzas se vio obligado a lavar los trapos sucios públicamente. Mucho pudo hacerse; faltó, sin embargo, la voluntad y el compromiso del mandatario para que la realidad no fuera tan grotescamente mediocre. Es innegable que en este cuatrienio se superaron las decepciones imaginables hasta ahora, que con este se cumplen 12 años de abandono del país y que Álvaro Colom pasa a integrar la galería de los peores presidentes de la historia patria, junto a otros célebres incompetentes.

http://www.prensalibre.com/opinion/Colom-incompetente_0_625737494.html

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